Por: María Antonieta Herrera Loayza, Antropóloga
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Concepción, junio de 2023. Atribución: MAD |
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Concepción, 1986. Atribución: https://www.pasado.top/chile |
ABSTRACT
La migración es
un fenómeno de nuestra historia inmediata, afecta a nuestros países y regiones
por diversas causas, en el caso boliviano se ha tomado un nuevo impulso
migratorio hacia Chile en la segunda mitad del siglo XX que ha tenido un
repunte sin precedentes en los últimos diez años, llevando a una masiva
cantidad de migrantes bolivianos tradicionalmente hacia el norte y centro del
país, atraídos por las condiciones laborales y la proximidad de las zonas
fronterizas. Estos migrantes históricamente han sido identificados como de
extracción rural, de origen étnico aymara y más recientemente quechua, la mano
de obra de la industria minera y agrícola. Sin embargo, poco o nada se conoce
sobre el migrante boliviano de clase media, de extracción urbana y con distinto
horizonte de vida en Chile. Imaginarios y representaciones se expresan y ponen
en manifiesto en conductas y actitudes que se configuran de manera individual y
colectiva, de ida y vuelta, que se han transformado con el pasar del tiempo y
en diferentes espacios geográficos. En este articulo analizamos y ponemos el
debate de esta problemática a partir del testimonio de vida de dos casos, uno
que corresponde a una inmigrante que llega a Chile durante la época de
dictadura en los años ochenta y el otro de un migrante en proceso de
movilización reciente, para identificar las permanencias y cambios, así como
los desafíos y condiciones que cada uno enfrenta en su experiencia personal.
KEYWORDS
Migrante
boliviano, imaginarios, percepciones, clase media migrante, memoria y
narrativas
Los fenómenos migratorios contemporáneos del
cono sur latinoamericano han sido objeto de estudio reciente en las últimas dos
décadas, particularmente motivados por las tendencias teóricas posmodernas, así
como los flujos migratorios históricos y masivos impulsados por diversos
factores: crisis sociales y económicas, catástrofes naturales, relaciones
comerciales transnacionales, movilidad forzosa, movilidades voluntarias, ocupaciones
y manejo del espacio, por nombrar algunas.
Es reciente el interés de las disciplinas
sociales sudamericanas en los flujos migratorios y sus fenómenos relacionados a
lo largo, a través, hacia adentro y hacia afuera de nuestras fronteras, así
como sus causas e impactos en nuestras sociedades, identidades y prácticas
culturales, las causas ambientales y de salubridad, entre otras problemáticas
recientes, necesarias de abordar y comprender para aportar reflexiones y
soluciones a las crisis migratorias que se enfrentan. Las disciplinas antropológica
y arqueológica de nuestra región han provisto de insumos para comprender de
manera multidisciplinaria nuestro pasado prehispánico y los devenires
históricos de cada Estado nación, en este sentido se cuenta con importantes
contribuciones que también han traspasado hacia la etnohistoria e
historiografía para delinear los flujos migratorios de poblaciones de los andes
sur centrales, develando la importancia del constante movimiento demográfico
entre Bolivia y Chile.
Sin embargo, flujos migratorios más
recientes del siglo XX entre estas dos naciones fronterizas, así como los
efectos que han tenido sobre la reconfiguración del tejido social, percepciones
y prácticas de los emigrados y su relación con el ciudadano chileno, son
problemáticas poco profundizadas. De acuerdo con Gonzales (2008) se considera
que el grupo humano migrante con mayor antigüedad histórica presente en el
norte chileno es el boliviano, particularmente de origen étnico aymara y
predominantemente rural, de acuerdo con el autor fue el capital social que se
integró y asimiló paulatinamente a la sociedad chilena sin abandonar
drásticamente su identidad cultural. Es aceptada la preexistencia de población
autoidentificada como boliviana antes de la guerra del Pacífico y que el
territorio del norte pase a jurisdicción chilena, que habría mantenido esta
identidad nacional, así como sus lazos y redes de parentesco en Bolivia. A inicios
del siglo XX se da cuenta de un incremento significativo en el flujo migratorio
boliviano hacia el norte chileno, entre 1910 y 1930, impulsado por las
condiciones laborales favorables del proceso de modernización chileno, el
establecimiento de ciudades como Antofagasta, Calama y Chuquicamata
principalmente, así como el atractivo que generaban las obras de construcción
de la infraestructura ferroviaria, la demanda de mano de obra poco calificada,
la minería, el comercio y la agricultura en la región, que favorecieron el
asentamiento de estas redes y lazos sociales, que en lo posterior fueron declinando paulatinamente (Gonzales, 2008).
A lo largo del siglo XX la migración de
bolivianos hacia Chile se caracterizó por ser de tipo temporal y basada en
redes familiares extendidas, en movilidad permanente entre origen y destino, la
dinámica migratoria de bolivianos, peruanos y argentinos, se intensifica
nuevamente a finales de siglo y el advenimiento del siglo XXI, enmarcándose en
circuitos migratorios referentes a las interconexiones fronterizas entre estos países (Lube-Guizardi & Garcés, 2013). De acuerdo con
Marcela Tapia, la migración boliviana se vuelca hacia la Argentina desde mediados
de los años cincuenta, no será hasta después de 1975 (entra en vigor la Ley de Extranjería
chilena) que los desplazamientos de bolivianos hacia el norte de Chile se
volverán a intensificar, distinguiéndose dos tipos de migrantes: los de
procedencia rural y pertenencia étnica indígena, por un lado, y los migrantes
bolivianos de procedencia urbana, todos en busca de oportunidades carentes en
el país de origen.
Desde
los años noventa Chile se consolida como un destino atractivo para los
migrantes sudamericanos, por su particular articulación entre frontera - mercado
laboral - marco jurídico, que promueve un espacio circulatorio en esta historia
reciente, insumos teóricos para comprender la movilidad migratoria fronteriza boliviano-chilena
en un ámbito transnacional,
enfocado en la movilidad, residencia y factores económicos (Tapia, 2015). Hasta aquí los
estudios migratorios han abordado las percepciones e imaginarios del migrante
boliviano que manifiesta el chileno muy vinculadas a una imagen de individuo de
origen étnico y rural que engrosa la fuerza de trabajo de las industrias
asentadas en el norte del país.
El presente articulo aborda al migrante
boliviano de clase media en Chile que está fuera de todo foco: urbano, profesional,
que también se ve impulsado a inmigrar por una serie de factores, que
analizaremos a partir de una mirada antropológica e histórica, recurriendo a
sus testimonios de vida para comprender sus narrativas y memorias orales en
torno a los propios imaginarios y percepciones del chileno sobre el migrante
boliviano.
Esta “migración vecinal” de bolivianos
hacia Chile se intensifica en el último tercio del siglo XX, incrementándose
con el establecimiento de la democracia en Chile a partir de los años noventa y
captando a los migrantes de la región debido a las desigualdades económicas
entre este país y sus vecinos, los migrantes bolivianos amplían su presencia
desde el norte hacia el centro y sur de Chile. Como advierte Rein, los migrantes
bolivianos son en alguna medida rechazados por la clase trabajadora chilena ya
que se constituyen en una “competencia desleal” en el ámbito laboral, ya que
están dispuestos a aceptar cualquier condición de trabajo, aunque esta no sea
legal, además realizan trabajos que la población nacional no quiere realizar.
Según la autora hasta la primera década del siglo XXI el flujo migratorio de
los bolivianos hacia Chile se mantuvo estable. Chile es percibido por sus
vecinos bolivianos y la región como un país desarrollado, del primer mundo,
industrializado y que ofrece estabilidad y oportunidades de mejorar la calidad
de vida familiar (Rein Venegas, 2007). En los últimos
quince años se ha convertido en principal receptor de migrantes de la región
sudamericana y en esta década ha pasado a ocupar el segundo puesto en el
listado de países desde los que se envían remesas a Bolivia,
indicador de la importancia que nuevamente ha cobrado entre las elecciones de
destino de migrantes bolivianos de clase media.
Es difícil hoy en día delinear un solo
concepto categórico de clase media en Bolivia, pues a lo largo de su historia
el país ha transformado sus identidades sociales según tendencias de las
teorías del desarrollo imperantes y con sus matices político-ideológicos
cambiantes, hablar de una clase media migrante en el espectro social boliviano
de hoy en día es referirse a ese segmento de la sociedad cuyos esquemas se
configuran en torno a su origen geográfico urbano, acceso a educación de
calidad, situación económica relativamente estable en correlación a su ocupación/profesión/oficio,
en condiciones de satisfacer sus necesidades básicas, con una identidad anclada
en el mestizaje y cierto nivel de participación política en la sociedad, ocupan
espacios económicos y simbólicos propios, por mencionar algunos factores, otros
consideran elementos como el fenotipo, apellido, etc. (Villanueva R., 2020). Sin entrar en mayor
debate sobre la categoría de clase social en Bolivia, me detendré a centrar mi
atención en este grupo de personas que habiendo nacido y vivido en un sistema
sociocultural y económico que le
posibilita el acceso a educación, medios de producción, cuenta con
emprendimientos propios y mantenía un nivel de vida estable, se ha visto
afectada negativamente en estos últimos quince años por políticas económicas
vigentes y el autoritarismo, empujados hacia una perpetua espiral de
informalidad y empobrecimiento, disminuyendo su calidad de vida y limitando sus
libertades democráticas, por lo que no han visto otra alternativa más que
migrar para salir de la pobreza.
Representaciones e imaginarios modernos
del migrante boliviano en Chile, permanencias y cambios en el tiempo
De acuerdo con Díaz y Jiménez, las
representaciones e imaginarios son herramientas teóricas conceptuales que
posibilitan la exploración de estructuras y mecanismos de significaciones dinámicas,
que pueden estar o no en disputa, conflicto, acuerdos, de las que emergen
sentidos y acciones, subjetividades y materialidades. En los procesos
migratorios estas representaciones e imaginarios están estrechamente vinculados
a los procesos mentales de construcción de sentido y significados, que se
expresan en las verbalizaciones y conductas o comportamientos individuales y
colectivos.
Las representaciones sociales aglutinan
todo lo que el ser humano interpreta y piensa sobre su realidad cotidiana, en
el proceso migratorio resultan del ejercicio reflexivo, auto crítico, sobre las
condiciones de vida en el lugar de origen en contraste con las del destino (Diaz & Jimenez, 2022). El imaginario es
aquella facultad creadora que permite simbolizar, funciona a la vez como
conector por el cual se erige toda representación humana, está constituido por
el conjunto identitario, mitos, símbolos, creencias, relatos, imágenes, íconos,
palabras, entre otros componentes (Santiago, 2013). Por una parte se
hace evidente la existencia de un imaginario migratorio que hace atractivo a
Chile como destino entre sus vecinos regionales, que se constituye de ideas e
ideales compartidos por la comunidad en movilización respecto a: oportunidades
laborales, acceso a mejores condiciones de vida, condiciones normativas y
legales que presentan ciertas alternativas hacia una estadía legal, aspectos
que inciden directamente en el repertorio migratorio y las estrategias por las
que se optan para alcanzar objetivos. En contraparte, la presencia del migrante
boliviano y su integración a la sociedad chilena, se ha visto permeada por
imágenes referentes a un ser exclusivamente altiplánico sumido en pobreza, sin
educación formal y dispuesto a realizar cualquier tipo de trabajo, es una
representación o figuración histórica del migrante boliviano que ha estado
presente a lo largo de la historia chilena.
Representaciones e imaginarios del
migrante boliviano de clase media en la memoria histórica oral y sus narrativas
contemporáneas
Es escaza la información respecto a las representaciones e imaginarios en torno al migrante boliviano en Chile, este tema no ha despertado mucho interés entre las disciplinas sociales y se plantea su abordaje a partir de la antropología histórica, que se define comúnmente como el estudio científico del pasado histórico de las poblaciones o comunidades humanas, que a su vez puede ser investigada bajo distintos enfoques. Así la antropología histórica comprende no sólo el pasado sino la historia inmediata, los procesos de comunicación y cultura contemporáneos, las formas de su reproducción y transmisión, entre otros aspectos.
De acuerdo con Prat, las historias de vida generalmente constituyen el relato de ciertas personas sobre su experiencia individual, en su gran mayoría son excepcionales, o, en otras palabras, son aquellas personas que reflexionan sobre la experiencia vivida dentro de una determinada sociedad y cultura. La historia de vida provee un extenso registro de la vida de una persona, que puede ser presentado por la misma persona, o por otra y en algunos casos por ambos, ya sea de manera escrita u obtenida mediante entrevistas. Partir desde las historias de vida personales, la memoria oral de las y los migrantes bolivianos de clase media, implica explorar sus narrativas del pasado, presente y futuro (Prat, 2009).
Las narrativas son modalidades del pensamiento y ordenan la experiencia en una realidad dinámica que trata con intenciones, acciones, vicisitudes y consecuencias que marcan su curso. Los relatos insertos en las narrativas migrantes proveen dos escenarios, uno centrado en la acción y otro en la conciencia. El primero se enfoca en lo que hacen los sujetos en situaciones particulares, el segundo en lo que involucra acerca de lo que se sabe, se piensa, se siente o no se sabe, no se piensa y no se siente, lo que se representa y se imagina. Los dos escenarios son imprescindibles y distintos. El significado que se atribuye a los eventos en un relato migratorio reflejará las expectativas y el entendimiento que se logra en la participación en un nuevo mundo social y moral distinto al lugar de procedencia. Las narrativas median en la emergencia de las construcciones de la realidad y son vehículos poderosos en la socialización de representaciones, valores y visiones del mundo entre quienes comparten un espacio sociocultural y un proyecto migratorio (Mariezkurrena, 2019).
Dicho esto, la problemática que nos ocupa
en el presente artículo es de naturaleza subjetiva, ya que planteamos abrir una
línea de investigación sobre las representaciones e imaginarios del migrante
boliviano de clase media a partir de las narrativas y reflexión de las
experiencias y memorias de dos casos concretos, el primero, se remite a la
vivencia de una inmigrante boliviana que llega a Chile durante la década de los
años ochenta en plena dictadura militar y lleva cerca de cuarenta años
residiendo allí, el segundo caso, la mirada reciente y fresca de un boliviano
que se encuentra en proceso de movilización migratoria hacia Chile y ha trazado
una estrategia de migración determinada (los entrevistados han solicitado usar
pseudónimos en el artículo). De estas narrativas recopilamos y contrastamos los
contextos social, económico, político y migratorio de dos épocas distintas y no
tan distantes, en las que retrataremos lo que significó y significa ser
migrante boliviano de clase media en Chile, así como los imaginarios positivos
o negativos a los que se vieron y ven enfrentados en el proceso de integración
con la sociedad.
Ser mujer boliviana e inmigrar durante
tiempos de Dictadura Militar, testimonios de vida y memoria oral de una
inmigrante
Ella es María, paceña y boliviana de 67
años, vive en Chile hace casi cuarenta años, se casó con un chileno y tuvieron
hijos nacidos en Bolivia, llegado cierto momento y por motivaciones familiares,
deciden trasladarse a Chile y se establecen en el sur del país a mediados de
los años 80’s, en ese momento y contexto histórico en la región latinoamericana
se atravesaban por álgidos procesos de transformación política y económica (Aceituno & Rubio, 2020). Manifiesta que
cuando inmigró era muy joven, estaba en sus treintas y con dos niños pequeños.
“Me vine a vivir a Chile el año 1984, en plena dictadura, me vine porque me casé
con un ciudadano chileno, tuve hijos en Bolivia, dos hijos, y él no estaba
grato allá, entonces él amaba a su tierra, a su patria y por esa razón nos
vinimos a vivir a Chile. Sabia en términos generales que era un mejor país para
vivir, un país que había tenido industria en aquellos años antes del golpe, que
tenía harta industria nacional, ósea industria chilena, que tenían otro tipo de
mentalidad, la mentalidad mucho más abierta que la boliviana y bueno eso, muy
poco, porque era muy joven, nunca me había imaginado irme de Bolivia. Al
principio llegamos a Santiago, fuimos a Valparaíso. Inicialmente lo que yo
quería era vivir en Viña o Valparaíso, porque en Valparaíso yo tenía una amiga
muy querida y cercana, su mamá y su familia. Entonces era estar cerca de
alguien conocido… las personas siempre necesitamos del apoyo de alguien que nos
conozca” (Maria, 2023). Se establece en la
región del Bío Bío, en la ciudad de Concepción, donde
permanece junto a su familia nuclear, actualmente cuenta con la residencia
indefinida y finalmente se encuentra viviendo en Puerto Natales, como ella
indica “el fin del mundo”.
María indica que las motivaciones para
migrar a Chile en ningún momento fueron de orden económico, pues ella proviene
de una familia acomodada en Bolivia, de clase media, con empresas de hostelería
y gastronomía bien establecidas en La Paz, con las condiciones como para
solventar las necesidades de ella y su familia, manteniendo un nivel de vida
estable. Cuenta con estudios y un nivel educativo elevado, relata que durante
los primeros años de residencia en Chile no se vio en la necesidad de trabajar
y se dedicó a la crianza de sus hijos pequeños, en tanto su esposo fue el
proveedor del hogar.
En su percepción sobre el chileno enfatiza
su carácter amable y afectuoso. Al llegar en calidad de migrante a la región
sur del país en esa época, se encontró con una realidad en la que la presencia
de extranjeros era casi nula y el estigma del boliviano, vinculado
negativamente a la producción y consumo de cocaína: “cuando yo llegué había un
estigma para los bolivianos…como que siempre éramos todos adictos a las drogas,
a la cocaína, eso era hace más o menos poco de cuarenta años…entonces me
preguntaban a mí la gente que me conocía si yo había traído de la blanca y yo
no sabía qué era eso, no tenía ni idea…” (Maria, 2023), esto debido a la
imagen que posiciona Bolivia ante la comunidad internacional durante la década
de los setenta y ochenta a raíz del crecimiento del narcotráfico y su
encubrimiento por parte de los gobiernos dictatoriales, particularmente de Luis
García Meza, que se sostenían de su financiamiento. Esta actividad ilícita se
ha enquistado en el territorio y ha sofisticado sus mecanismos de acceso al
poder e impunidad desde entonces, mellando y degradando la imagen internacional
de las y los migrantes bolivianos (Cardozo, 2022).
En el imaginario chileno de entonces, la
mujer boliviana referente era solamente la mujer aymara que viste manta,
pollera larga y sombrero borsalino, según relata anecdóticamente María, su persona resultaba confusa y desconcertante
a la mayoría de la población chilena, ya que no encajaba en el imaginario común
compartido, por su modo de vestir acorde a la moda urbana de la clase media de
la época, su modo de expresarse y su dicción del castellano, así como su nivel
educativo, que en muchos casos le valió ser confundida con Profesora o Maestra.
Según relata, no había una identificación directa de su procedencia y
nacionalidad boliviana, a menos que ella misma provea de esta información. En ese
momento el boliviano era percibido por la población chilena como el indígena
andino, construyéndose esta imagen del “indio altiplánico” alrededor de una unívoca
identidad en el imaginario chileno.
Vivir en Chile como inmigrante boliviana
durante la dictadura militar significó para María sentir el terror en carne
propia, las condiciones para ingresar al país fueron mucho más severas y
controladas, según relata “en la petición de Visa ahí te hacían firmar
expresamente un documento que decía que si tú te metes en política serás
deportado ipso facto, inmediatamente. Eso estuvo vigente hasta que terminó la
dictadura”, durante esos años se mantuvo al margen de cualquier afiliación o
activismo político, según recuerda la noche fue el espacio de intimidación del
régimen militar hacia la población que rondaba calles dando disparos cuando se
decretaba toque de queda.
Al consultarle si en su experiencia fue un
agravante en sus condiciones de vida ser migrante, mujer y boliviana, resumió
que no le afecto en nada su condición de género, es más, tuvo una percepción
positiva de la importancia laboral de la mujer chilena en el aparato productivo
nacional: “cuando yo llegué la mayoría de las mujeres trabajaban, pero no
tenían mucha incidencia porque sus sueldos son menores siempre, como en todas
partes del sistema machista. Trabajaban, eran jefas de hogar, porque muchos
hombres las dejaban, las abandonaban y entonces no era una obligación el pago
de pensiones alimenticias, si era buena persona el hombre daba plata si no, no,
y la mayoría de las mujeres trabajaban y eran jefas de hogar y eso era lo que más
me llamaba la atención porque era otra cultura, otra forma de vida, todo eso, y
también eso me dio un ímpetu para seguir siendo yo, ir creciendo y
desarrollarme”. Afirma que su matrimonio fue desigual y conflictivo, que hizo
todo lo posible por seguir adelante y brindarles a sus hijos mejores
oportunidades, porque su mayor anhelo era que ellos terminen sus carreras y
puedan vivir libremente. No fue hasta que se promulgó la ley del divorcio que
pudo iniciar su proceso de divorcio y separarse, entre los años 2005 y 2009.
María cierra su testimonio con una
declaración: “Chile se ha convertido en mi segunda patria, es el hogar de mis tres
nietas y en este punto de mi vida, habiendo considerado retornar varias veces, por
diferentes razones, ya no volvería a vivir a Bolivia pues la situación actual
no me permite mantener el nivel de vida al que ya estoy acostumbrada” (Maria, 2023).
¿Qué le deja Chile a María? “El
aprendizaje de que una tiene que luchar, donde sea que se esté, se tiene que
luchar igual… y la fuerza femenina”, con mucha convicción afirma que el
sometimiento femenino casi no existe en Chile hoy en día, que son muy pocos los
casos. Manifiesta que en Chile aprendió a vivir, a flexibilizar la mente,
aprender otra forma de vida, a disfrutar de otra forma, a creer que se puede
lograr lo que uno quiere, porque las circunstancias también han sido muy diferentes,
que hoy en día los migrantes son movidos por la necesidad económica, porque no
hay trabajo, faltan oportunidades y en países como Bolivia existe una profunda
pobreza, miseria y desigualdad.
Ser boliviano y migrar a Chile hoy
Él es MAD, 49 años, nacido en La Paz,
Bolivia, tiene dos hijos y es casado. Lo primero que le preguntamos es ¿por qué
razones estas migrando ahora hacia Chile?, a lo que su respuesta es “por mi
familia, no tenemos trabajo a pesar de que somos profesionales, mi esposa y yo
hemos culminado nuestras carreras y a pesar de ello no tenemos trabajo, la
mayoría de profesionales en Bolivia hoy no tienen trabajo, están haciendo de:
comerciantes, taxistas, vendiendo repostería, haciendo todo lo que se puede
para salvar la crisis económica que atraviesa la clase media, que en Bolivia
hoy está sufriendo mucho” (Mad, 2023), lo que se señala
aquí es que en los últimos diez años muchos bolivianos, jóvenes profesionales,
que se encontraban insertos en el aparato productivo del país, fueron perdiendo
el acceso a las fuentes laborales e ingresando a la informalidad,
que hoy en día es la principal actividad económica de los bolivianos.
MAD en su vida ha viajado y recorrido
mundo, conoce varios países latinoamericanos y europeos, a Chile ha viajado en más
de ocho oportunidades desde su infancia y juventud porque tiene familia allá,
por lo tanto, se ha ido familiarizando con la cultura chilena y no es hasta el
presente que contempla la migración como alternativa de vida. Reconoce que en
sus viajes de visita no había conocido otros bolivianos allá, conoce y ha visto
una fuerte presencia de migrantes bolivianos en el norte, “comerciantes,
cholitas, personas que están yendo por comercio o a trabajar a la zafra, en la
mina, pero en las regiones del sur nunca he visto bolivianos…hoy que he migrado
no he visto presencia de bolivianos donde he estado, más bien si he visto a
bastante colombiano, venezolano y haitiano, que manifiestan un cierto
compañerismo entre migrantes, te ayudan, te dan algunos consejos, hay cierta
colaboración…hay bastantes peruanos también, igual es en el norte, es donde más
se concentran los migrantes ahora en Chile”. En su percepción la presencia de
esta masa de migrantes también ha acarreado consigo situaciones de inseguridad,
desorden, suciedad, violencia y caos, particularmente en el caso de Arica, ha
cambiado mucho el paisaje en el norte chileno en estos últimos quince años.
En la experiencia de MAD, la sociedad
chilena y sus ciudades son sinónimo de orden, son personas con educación y
cultura ciudadana, se respetan las normas de vialidad, el aseo y se agradece la
demostración de valores positivos como el saludo, la amabilidad y la
cordialidad. “Al hablar con los chilenos me di cuenta que son personas muy
ordenadas y respetuosas de las normas. Agradecen que uno sea educado…cuando me
conocían y hablaba con ellos no me reconocían inmediatamente como boliviano,
pensaban que era de cualquier otro país…ellos piensan que el boliviano es esa
persona…el campesino, la cholita, que van a comerciar, trabajar en la zafra,
que tienen su forma de pensar, hablar y de ser nuestros compatriotas, entonces
todos los bolivianos son así,
altiplánicos
dicen allá…”, el imaginario del boliviano más allá de las fronteras permanece
vinculado a las idealizaciones del indígena en situación de pobreza, país
subdesarrollado y atrasado, imagen que se ha exportado y explotado
efectivamente por la clase política durante décadas, es una construcción que
responde a una narrativa que explota la miseria para atraer la atención y el
auspicio de la agenda de organizaciones internacionales en las que pueda
insertarse y seguir accediendo a créditos para la deuda pública, sin importar
el color del partido político que gobierne el país.
Entre las principales dificultades que han
enfrentado en su proceso migratorio los entrevistados están el lenguaje,
cargado de modismos y una particular forma de entonación que tiene el chileno,
el acento, que el mismo chileno reconoce como un idioma propio, entre broma y
broma MAD recuerda que sus compañeros de trabajo le decían que “en Chile se
habla chileno”. Otro aspecto es el factor climático, en las regiones del norte
se experimentan temperaturas altas extremas y el ambiente es árido, la escasez
de agua es una necesidad para todos por igual. En las regiones del centro sur
las copiosas lluvias y desastres naturales, inundaciones, incendios, terremotos
y sismos, dejan un impacto indeleble en la memoria de quienes nunca los han
experimentado, incluso llegan a ser motivo de retorno a Bolivia.
Las motivaciones para mantener la ruta y
la estrategia migratoria, en el caso de MAD, provienen de motivos personales
muy fuertes y también del ánimo, acogida e impulso que ha recibido de sus
colegas y amistades en Chile, asevera: “desde que he llegado hasta que me he
vuelto a Bolivia, he sido bendecido, me han tratado muy bien”. Han sido muy
pocas las oportunidades y situaciones incomodas que ha vivido en Chile por su
apariencia y color de piel morena: “una vez he entrado a una tienda y todos se
han callado y me miraban, me miraban, me imagino que están tan susceptibles por
la situación de inseguridad y violencia, tantos robos que hay allá, que
estarían esperando que les asalte, pero luego de un par de veces que fui al
mismo lugar y me escuchaban hablar ya me reconocían y no desconfiaban…también
cuando estuve trabajando en un restaurante y hacia las compras, en la carnicería
del Súper 10, los chicos que me atendían ya me conocían, una vez me preguntaron
de donde era y les dije que soy boliviano, se rieron y me dijeron que habían
estado apostando a ver quién adivinaba de dónde era, porque no daban con mi
acento (risas)” (Mad, 2023).
Trabajo, actividades económicas y
productivas
Según relata María, se inserta en la vida
laboral y productiva de la sociedad chilena en el momento que se presenta una
necesidad familiar: “la única forma de empezar a trabajar que yo sabía, era de
restaurantes, porque mis papás tenían un hotel y restaurant en La Paz…así
empezamos concesiones de alimentación, esto pasó hacia finales de los ochentas más
o menos” (Maria, 2023), desempeñando
diversos roles como la administración, la elaboración de alimentos, bebidas,
atención al cliente y manejo de la caja y el personal subalterno. Se desempeñó
en el rubro por varios años, con una jornada laboral en la que llegaba a
trabajar entre diez a doce horas diarias y combinando su actividad productiva
con la crianza de sus hijos, pues toda la responsabilidad recaía sobre sus
hombros y no contaba con el apoyo activo de su entonces esposo. Recuerda que
durante el tiempo que se dedicó a este rubro fue reconocida en el entorno como
“la boliviana propietaria de restaurante”, manteniéndose su oferta de productos
en el margen y los límites de aceptación de los consumidores locales que,
entonces, no demostraban una apertura hacia la gastronomía de otras
nacionalidades. Es así que, según rememora, fue incorporando a su carta platos
típicos bolivianos con nombres distintos para que sean aceptados por sus
comensales chilenos, por ejemplo, ofertaba el “Falso Conejo” como un “Plato
Andino de Carne (lomo apanado con salsa de arvejas y papas cocidas)”. El
rechazo a lo desconocido es un sentir común en las relaciones de alteridad. Según
recuerda en el caso de los migrantes peruanos ha sido una ardua tarea
introducir su gastronomía al gusto de los locales, ganándose un sitio entre sus
consideraciones y valoraciones de gastronomía “catalogada”.
En el caso de MAD durante su primera
instancia como migrante en Chile ha desempeñado labores como obrero: “trabajaba
en una empresa de instalaciones de gas, también trabajé en una empresa de
sistemas eléctricos y en un restaurante a cargo del aseo del servicio y compras”,
su experiencia como trabajador tuvo como característica que fue de tipo
temporal, consiguió incorporarse a la actividad a partir de referencias de
amistades y familiares, con el cuidado y la alerta permanente de no ser
fiscalizado por las autoridades migratorias chilenas por su status de
“turista”. En la percepción del migrante boliviano cualquier fuente laboral
disponible o vacante es bienvenida, en contraste con la percepción del chileno,
que no ve favorable la situación laboral y económica de su país hoy en día.
En lo referente al costo de migrar, para MAD
ha sido necesario erogar un monto económico para trasladarse al destino e
iniciar esta nueva fase de su vida, contar con una familia extendida en Chile
le ha facilitado evitar el gasto en vivienda. En su estrategia migratoria cotidiana
debe hacer frente al cambio monetario, una nueva forma de pensar y manejar la
economía, desde la denominación hasta los costos de vida, como la alimentación,
vivienda y servicios. El migrante boliviano es consciente de que Chile es un
país caro y que allí si se trabaja bien, se gana bien, que para costearse un
buen nivel de vida debe al menos alcanzar los mil dólares de ingreso mensual
(aproximadamente el equivalente a 856.420 pesos), que le permitirán hacerse
cargo de su propia manutención y enviar remesas a su familia en Bolivia, o en
otro caso solicitar una reunificación familiar y hacerse cargo de los costos de
manutención.
Las expectativas son altas, pues Chile
promete mejores condiciones laborales y calidad de vida para el migrante, como
relata MAD “si uno es residente en Chile, tienes las mismas oportunidades y
acceso que los ciudadanos allá, solo con ser residente extranjero, trabajador,
puedes acceder a beneficios como el crédito y en lo referente a mis hijos, veo
que es una forma de abrirles las puertas al mundo, en Bolivia no se puede hacer
absolutamente nada en este momento a menos que seas funcionario público y
tengas tu fuente de trabajo asegurada por el gobierno, con el que yo no estoy
de acuerdo. Si tengo la posibilidad de ejercer mi profesión en Chile tengo
muchas más expectativas para la calidad de vida de mi familia” (Mad, 2023).
MAD planea retornar a Chile y persistir en
su propósito de migrar, si bien reconoce que ama a su patria y tierra, también
se ha sentido bien recibido y con posibilidades reales de quedarse, con todos
los desafíos que implica. Lamenta que en Bolivia hoy en día no existan mejores
condiciones para desarrollarse a nivel personal y familiar, siendo su principal
preocupación el futuro de sus hijos.
Familias enteras migran en busca de
oportunidades, como relata MAD tiene parientes en Chile, unos residen allá hace
ya largo tiempo y otros han migrado recientemente, una de las percepciones
generalizadas entre bolivianos migrantes de hoy, es la importancia de mantener
el núcleo familiar unido y hacer el esfuerzo de trasladar a la familia completa
hacia el destino, en el menor tiempo posible.
En lo referente a la experiencia laboral,
sin contar con instrucción y experiencia previa, MAD se ha desempeñado en el
rubro de los servicios técnicos de instalación de sistemas de gas y
electricidad, viéndose en la urgencia de aprender rápido. Según relata en Chile
se exige un nivel técnico medio o superior para desempeñar estas labores,
oficios que ha aprendido durante su estadía y valora ampliamente. Realizaba
tareas relativas al rubro, desde la adquision de material, el inventario,
herramientas, preparación de los materiales para la obra, su transporte y
traslado, corte de cañerías de cobre, pintado, manejo de medidas y manipulación
de herramientas como sierras, taladros, amoladora, instalación de calefones,
aire acondicionado, cables, equipo de protección personal, entre otros.
Entre las tareas que desarrolló, recuerda:
“le tomábamos medidas a la resistencia eléctrica de la tierra”, como medida de
seguridad, señala que las normas de seguridad en todo tipo de instalaciones son
para cuidar a la población, deben cumplirse de manera taxativa, en el caso de instalación
de sistemas de gas el inspector del área debe dar el visto bueno para la
aprobación de la obra.
“En una oportunidad fuimos a instalar un
sistema de gas a una escuela en construcción, la encargada de seguridad de la
empresa constructora nos indicó que nos iban a hacer una inducción laboral, al
escuchar mi acento dijo que también me pedirían mis papeles en regla, por lo
que tuve que perder varios días de trabajo y mis ingresos económicos, por mi
visa de turista. Era una preocupación constante que no me atrapen trabajando o
algo por estilo” (ibidem).
Sobre el tema de la seguridad en el
trabajo recuerda “en una oportunidad trabajando en una pizzería de un chileno,
que atendía a obreros de la zona, se incendió la cocina, y yo decía dentro de
mí: por favor Dios mío que no llamen a la policía, porque si no me van a
deportar” (Marcelo, 2023). Otra experiencia
que recuerda también se remite a la misma pizzería, aconteció el asalto a un
joven en puertas del local: “uno de los asaltantes dejo caer la mochila robada
en la puerta, la víctima fue tras él para recuperar sus pertenencias, las
personas en el lugar me decían que llame a la policía, yo estaba solo en la
pizzería, cuando llego la víctima a recoger su mochila se la entregué, le
aplaudimos, lo abrazamos y felicitamos porque consiguió someter al ladrón y
recuperar su teléfono celular. Dentro mío cuando llego la policía solo atinaba
a pedir que no me pregunten nada”
Nuestro entrevistado percibía un salario
mínimo, con un horario laboral de
ocho a doce horas diarias, sin ningún tipo de registro o control de sus
asistencias diarias, contaba con una relación basada en la confianza y la buena
fe, le realizaron el pago de sus servicios de manera diaria y quincenal. Siempre
buscó generar más recursos con otros trabajos extras, solicitaba trabajo en
cada oportunidad que se presentaba, al tener esta situación en cuenta uno de
sus contratantes chilenos, también le colaboraba buscando un trabajo de tiempo
extra, le introducía y contactaba con sus allegados y clientes. En su
testimonio resalta el hecho que los ingresos que generó durante el tiempo que
permaneció en Chile son el equivalente al salario que percibe un profesional en
Bolivia, equivalente a 500$us (dólares americanos), una parte destinaba a
remesas para su familia en Bolivia y la otra para su manutención. No contar con
papeles y una situación migratoria regular dificulta mucho la obtención de más
fuentes laborales: “he buscado en negocios, en tiendas, en supermercados, en
edificios, en todo lado al que iba pedía trabajo para los fines de semana,
nunca me han dicho no, me han tomado mis datos y les he hecho llegar mi hoja de
vida, pero no tener papeles me limitaba mucho. Cuando veían mi experiencia y
formación profesional, no me cerraban las puertas inmediatamente".
Las instituciones chilenas y el migrante
boliviano
La presencia de otros extranjeros en la región
del Sur, según relata María, fue muy escaza. Recuerda que cuando se aproximó a
regularizar sus documentos migratorios a las oficinas de la Gobernación
Regional eran cinco personas aguardando su turno: “un cura, una monja, yo, un
agregado cultural extranjero y otro extranjero…éramos pocos, muchos años los
extranjeros éramos pocos en Concepción”, según recuerda aún funcionaba una oficina del
Consulado boliviano que fue cerrada en el siguiente cambio de gobierno
boliviano, dejando como único punto de atención la oficina en Santiago y
obligando a los residentes a desplazarse hasta allí para realizar sus trámites.
María indica que en el tiempo que reside en Chile el Consulado boliviano no le
ha servido de nada, la atención de instituciones migratorias bolivianas hacia
sus súbditos en Chile deja la imagen de abandono estatal del migrante. Por otra
parte, tratar con las instituciones migratorias chilenas en calidad de
residente resulta un proceso organizado
y eficiente.
En los hechos la cualidad de residente, sea
por un plazo temporal o indefinido, posibilita el acceso a los mismos
beneficios y obligaciones que goza el ciudadano chileno.
Como señala MAD, en su experiencia ha sido
cordial el trato con las instituciones chilenas y sus funcionarios, las normas
y sus procedimientos son percibidos como procesos tácitos, claros y operables,
que no deberían ser difíciles de cumplir ni para los migrantes, residentes y
ciudadanos. Cabe señalar que existe una percepción distinta del migrante
boliviano que conoce y se ha informado sobre las normas chilenas, que difiere
de aquel que desconoce e ignora las mismas, esto se ve sobre todo en el trato
en los pasos fronterizos. Según relata MAD cuando regresaba de Chile a Bolivia,
antes de llegar a la frontera, un operador del Bus boliviano en el que viajaba,
le requirió “shu papelito PDI”
(haciendo referencia a la Tarjeta de Turista que se extiende a los extranjeros
a su ingreso a Chile), documento que había extraviado, y recriminándole le
indicó: “te vash a quedar aquí o vas a pagar dos mil dólares para pasar”. En
las oficinas de migración de la frontera Chungará, al conversar con el oficial
de migración de la PDI y explicarle la situación, le dejaron pasar sin ninguna
objeción o sanción. “Los comerciantes y cholitas que viajaban en el mismo bus
conmigo, se extrañaron y me preguntaron: ¿cómo has solucionado joven? A
nosotros no nos dejan pasar, una vez me han hecho volver a Arica. Claro, es que
ellos de acuerdo a su humor tratan a la gente, o te miran la cara, abusivos son.
Eso me decían asombrados” (Mad, 2023), brindando un claro
testimonio de las desigualdades en el trato y percepciones de la autoridad
chilena, entre uno y otro boliviano en tránsito.
También ha percibido que en ciertas
instancias se han practicado trabas al curso regular de ciertos trámites, ya
sea por vacíos legales o amparados bajo excusas administrativas, que han
ralentizado la atención a migrantes, por ejemplo, durante el proceso de censo
de migrantes en situación ilegal, se suspendió toda atención en oficinas
migratorias de Gobernaciones Regionales por casi dos meses. Hoy en día por las
modificaciones al reglamento de la Ley de Extranjería y como respuesta a la
crisis migratoria, no es posible aplicar a una residencia temporal dentro de
Chile, se debe iniciar el trámite desde el país de origen del aplicante.
La percepción entre inmigrantes bolivianos
en Chile es positiva en lo que se refiere al sistema educativo, los niños se
adaptan fácilmente a la escuela, la recepción y el trato de sus compañeros y
maestras/os es buena. El sistema es favorable a la inmediata incorporación de
estudiantes y garantiza los derechos y beneficios de los migrantes menores de
edad independientemente de su status migratorio, lo cual es apreciado y
valorado por la comunidad boliviana.
Existe consenso común y general sobre la
percepción temerosa del chileno hacia el boliviano basada en el “resentimiento
marítimo”, un remanente de la Guerra del Pacífico que es como un fantasma que
ronda el imaginario colectivo entre ambas naciones. En Bolivia en los últimos
14 años se ha intensificado el discurso chauvinista de la pérdida del Litoral y
su uso con fines políticos en actos públicos, en los contenidos curriculares
educativos, en actos cívicos y diplomáticos, generando en el imaginario
colectivo de los sectores populares una imagen negativa del chileno, hasta el
presente muchos políticos bolivianos incorporan y divulgan en sus discursos la
idea de que la pérdida del litoral es la
causa del atraso económico y social de Bolivia, sin ningún asidero ni
fundamento. Por lo tanto, hacia afuera, la ciudadanía chilena recibe este
manifiesto resentimiento del pueblo boliviano expresado en sus gobernantes de
turno, desprovistos de conciencia histórica crítica, con un cierto tono de
agresión y amenaza. El caso de MAD nos ilustra bastante bien esta situación
pues comenta que sus compañeros de trabajo en Chile, obreros del sector
industrial, le manifestaron en más de una oportunidad su temor de ir a conocer
Bolivia porque consideran que pueden ser agredidos o rechazados de alguna
manera, por su puesto basándose en esta imagen y narrativas que se proyectan
desde las esferas políticas bolivianas.
Curiosamente la cara simpática, moderna,
amable e internacional de Bolivia en el imaginario chileno está representada
por la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, que se ha construido y ganado un
sitial entre las metrópolis sudamericanas progresistas, modernas e industriales
que lidera el crecimiento urbano en el país y se ha situado en lugares
importantes a nivel regional (CADECOCRUZ, 2023). La capital cruceña
no solo provee de esta imagen internacional de capital financiera e industrial
de Bolivia, que es bien recibida entre el chileno de a pie. Santa Cruz es
también una ciudad asociada a la belleza boliviana, para los chilenos la mujer
cruceña representa el ideal de mujer boliviana, valorada dentro de los cánones
estéticos occidentales modernos.
Conclusiones
¿Qué diferencias y cambios se evidencian
entre migrar a Chile hace cuarenta años atrás y hoy en día? Según la
experiencia de María, las condiciones antes eran mucho mejores, la poca
presencia de extranjeros y el bajo flujo migratorio que mantuvo Chile entre los
ochentas y noventas posibilitaban a los inmigrados acceder a trabajos en
condiciones dignas y justas. Comenta que hoy en día la situación económica de
países como Bolivia, Venezuela y otros de la región Sudamérica es insostenible,
impulsando la migración. Es un desafío migrar hoy en día, se vive mucha
desesperanza y necesidad, por lo que la situación de los migrantes bolivianos
es de mucha vulnerabilidad ante la delincuencia, crimen organizado, explotación
y servidumbre. La disposición del boliviano independientemente de su situación
legal es aceptar cualquier fuente laboral y las condiciones que se le
presenten, sobre todo en las regiones del norte y centro de Chile, esto ha
despertado dos percepciones del chileno hacia el boliviano migrante, por un
lado está la idea de que es un trabajador esforzado en Chile y un ciudadano
poco esforzado en su país natal, el boliviano migrante mantiene un perfil bajo
(no es “bullicioso o escandaloso” como sus pares caribeños, “bochincheros” como
diría el chileno) y se integra fácilmente a la sociedad como mano de obra
barata.
Por otro lado, está la imagen negativa que
persiste en su asociación al narcotráfico, contrabando, crimen organizado y se
le considera como una amenaza a la fuente laboral del obrero chileno, lo cual
dificulta mucho a un boliviano con intenciones de encontrar una fuente laboral
estable, en condiciones justas, acceder a una vivienda, así como otros bienes y
servicios.
Entre las expectativas y ambiciones que se
plantea el migrante boliviano que va a trabajar al norte de Chile, se inclinan
hacia la “migración circular, temporal y transitoria”, pues se hace manifiesto
cierto grado de resistencia a la total asimilación en la sociedad chilena,
impulsada por las desigualdades que experimentan en la transición de
realidades, el anclaje afectivo al lugar de origen y sus estructuras de
pensamiento (Garcés, Leiva, & Comelin, 2021).
Otras estrategias migratorias, como la
manifestada por MAD, se inclinan hacia la consecución de una residencia
definitiva e incluso la aplicación a la ciudadanía como medio para alcanzar una
mejor calidad de vida familiar, oportunidades educativas, laborales y acceso
irrestricto al mundo moderno global.
Existe un peligro latente basado en el
desconocimiento de las normas chilenas, pues muchos migrantes bolivianos pueden
caer en delito por esta situación, se percibe que las normas migratorias y
otras van cambiando constantemente, por lo que estar desinformado resulta
peligroso. Por parte de los migrantes bolivianos que han regularizado su status
migratorio o están en proceso, el trabajo de búsqueda de información es
individual y se perciben ciertas trabas al momento de procesar los trámites
migratorios, ya sea por la desinformación, falta de asesoramiento directo y
otros escenarios que aparecen ante la percepción del migrante como formas en
que se busca el desistimiento de la residencia.
La imagen negativa del boliviano persiste
hasta hoy y ha cobrado mayor fuerza,
expandiéndose rápidamente de norte a sur y a lo ancho del territorio
sudamericano, el agravio es mayor aun
por la persistente asociación al crimen organizado y la trata de personas, presencia
de bandas delictivas de redes de contrabando de autos robados en complicidad
con autoridades bolivianas, así como el tráfico de drogas y lavado de dinero. Ardua
es la labor del migrante y el residente boliviano que debe desmontar esta mala
reputación en la sociedad chilena.
Los relatos y narrativas de migrantes
guardan información valiosa y de gran interés para comprender las percepciones
e imaginarios, constructos sociales y culturales que subyacen a las dinámicas
migratorias, así como sus permanencias y transformaciones en el tiempo y el
espacio. Los testimonios y casos que exponemos en el presente articulo son la
piedra de lanza para abrir y profundizar en temas relacionados a la
construcción de las identidades contemporáneas dentro y fuera de Bolivia, de
sus sujetos en movilidad hacia países vecinos o distantes, como el caso de Chile,
estas percepciones e imaginarios están también mediados por las relaciones
históricas de nuestras sociedades, las profundas desigualdades actuales entre
nuestros Estados, las mismas necesidades y problemáticas a las que nos vemos
enfrentados, así como las formas en que respondemos y nos adaptamos.
Mas allá de los Estados y fronteras, las
sociedades boliviana y chilena se tienden lazos, se transforman las relaciones
colectivas e individuales y, como hemos evidenciado, hay ciertos imaginarios
que entran en acuerdo o disputa en diferentes momentos históricos y lugares
geográficos. Existen prejuicios que tienden a ser constantes en ambas partes,
las alteridades entre el boliviano y el chileno salen a la luz posturas que no
son irreconciliables y quedan más en el plano discursivo y su
instrumentalización política circunstancial.
El trabajador boliviano goza de valoración
positiva en la sociedad chilena, mejorando sus posibilidades y oportunidades al
contar con una formación superior y educación. Por lo general las segundas
generaciones de migrantes bolivianos que culminan educación secundaria
exitosamente tienen la posibilidad de acceder a formación superior, si bien no
es una gran cantidad, pero ya se está conformando un segmento social de
chilenos-bolivianos profesionales que tienen acceso a un buen nivel de vida. En
la medida que se encuentren acuerdos entre las configuraciones y estructuras
con las que carga el migrante en su mochila cultural y las del lugar de
destino, se adaptará mejor al cambio, en esa medida en que encuentre sentido y
norte a su nueva situación y realidad, se verá fortalecido en su nueva
configuración identitaria, sin abandonar su historia personal, ni su propósito
de vida.
Esperamos que este artículo contribuya a
abrir el debate en torno a estas problemáticas, así como insumos para su
análisis y reflexión desde la mirada del sujeto migrante y sus
particularidades, recuperando el valor de los testimonios e historias de vida
de procesos de data reciente, que se están configurando y reconfigurando
permanentemente.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCihKeewLkNDjWXDovYU6kN306WDu8iZV9aEssqr2by6i6z36V60MOxK0OmDwU3Idzrx7XIHyumUVH746yPkScEuGfpdaviQIeL3XG3276wAslHOaDgWTP5Gs8AuI5IvgKvdFzemFnGU91a3hya58yHlXQcANohUS6w9Oz4L4riJJaJExZ5rf3iPAUowjZ/w486-h323/migraci%C3%B3nCH%201.jpg) |
Atribución: radio.uchile.cl 2022, proceso constituyente. |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQOoGjlzmOf0QF8-0aTUFquKF8aVNTiQvaybHZF6SOkvkrpTbU7KlLELro9KADrowpiQxX3_7l8G_cs1KD28jAFHqYg4eaEpYWjlRIVBesxluB4Yrwe6-wUyhCQ1q1VnEcHPyNOlCUfgGzr_8tJWW1sPqJG4TMCgHZMRYG8o0HRAjOyr5NRxdrPml4NZC-/w669-h328/Poblacio%CC%81n-Migrante-1-1536x752.png) |
https://www.migracionenchile.cl/poblacion/ |
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